La central nuclear de Fukushima no deja de dar problemas con sus letales fugas radioactivas, con lo que ello supone para la salud del planeta, especialmente para quienes viven en la zona y para el ecosistema en general. Desde que la planta nipona sufrió un accidente a raíz del terremoto nipón de 2011, este tipo de polución sigue causando estragos y, lejos de amainar, está en pleno apogeo.
Desde aquellas
primeras averías ocasionadas por el tsunami se ha intentado detener las fugas
radioactivas, pero no se ha cerrado, una decisión que está pasando factura
constantemente. Además de los terribles efectos provocados por la contaminación
de alimentos a consecuencia de la toxicidad del agua o por la
radioactividad que padecen los trabajadores de la planta y los habitantes de
los alrededores, el agua radioactiva fugada está filtrándose al mar abierto.
Situación de emergencia
Las autoridades niponas reforzarán la seguridad para solucionar el problema, catalogado de urgente tras ser descubierto recientemente, según la versión oficial, que estima fuga en 300 toneladas de agua radioactiva diaria.
Las autoridades niponas reforzarán la seguridad para solucionar el problema, catalogado de urgente tras ser descubierto recientemente, según la versión oficial, que estima fuga en 300 toneladas de agua radioactiva diaria.
Hasta la fecha se
han destinado cerca de cuatro billones de yenes (unos 30.000 millones de euros)
en reforzar la seguridad de la planta y en indemnizar a más de
un millón de damnificados por la catástrofe provocada por esta
central, ubicada a 220 kilómetros de Tokio.
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